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DOI: 10.1055/s-0040-1721325
Flujo vaginal y semen: La microbiota de las relaciones sexuales
Vaginal Flow and Semen: The Microbiote of Sexual Relations- Resumen
- Abstract
- Introducción
- Métodos
- La microbiota vaginal
- Microbiota seminal
- Microbiota y las relaciones sexuales
- Factores asociados al cambio de la microbiota
- Microbiota y fertilidad
- Referencias
Resumen
Durante las relaciones sexuales, se da el intercambio de especies bacterianas entre las parejas, siendo las relaciones sexuales un factor crucial en la modificación de la microbiota genital. En el presente artículo de reflexión, se analizó el efecto de las relaciones sexuales sobre el intercambio de la microbiota vaginal y seminal. Las parejas que sostienen relaciones sexuales sin protección comparten especies bacterianas que podrían influir negativamente o positivamente sobre los parámetros seminales, como los Lactobacillus con potencial probiótico para el mantenimiento de la calidad del semen.
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Abstract
During sexual intercourse there is an exchange of bacterial species between couples, a crucial factor in modifying the genital microbiota. In this reflection article, the effect of sexual intercourse on the exchange of vaginal and seminal microbiota was analyzed. Couples who have unprotected sexual intercourse share bacterial species could affect positive or negatively the seminal parameters, such as Lactobacillus with probiotic potential for maintaining semen quality.
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Introducción
Uno de los eventos más importantes para la vida del neonato es el cambio del ambiente uterino aparentemente estéril a su colonización por microorganismos al nacer, sin embargo, pocos microorganismos logran colonizar permanentemente algunos sitios corporales probablemente por los mecanismos de adaptación de algunas bacterias que no soportan los ambientes corporales como el pH, la cantidad de oxígeno y las estructuras epiteliales.[1] [2] Esa colonización es de gran importancia en la protección de todos los órganos, particularmente de la piel, para que no se establezcan microorganismos patógenos, actuando como un sistema de defensa por ocupación con bacterias benéficas. Esas bacterias desarrollan proteínas de superficie (adhesinas), que les permite promover la unión a los tejidos del huésped y a los biomateriales recubiertos de proteínas, un paso esencial durante el proceso de colonización del huésped.[3] [4]
En los últimos años se ha determinado que la piel humana, los intestinos, la cavidad oral, la vagina y la uretra, alojan comunidades microbianas asociadas con la salud humana, incluyendo la salud sexual y reproductiva.[5] [6] [7] [8] La presencia preconcepcional de la microbiota en los órganos reproductivos femeninos y masculinos sugiere que el proceso de interacción entre gametos se lleva a cabo en un ambiente que no es estéril lo que contribuye, de alguna manera, al éxito reproductivo.[9]
La microbiota de los tractos urogenitales masculino y femenino es dinámica y en condiciones normales proporciona defensa antimicrobiana contra la infección por microorganismos patógenos,[10] ayudando a reducir su potencial de infiltración;[9] sin embargo, debido al uso generalizado de antibióticos, al estrés y otros factores ambientales, la relación huésped-microbiota pasa de ser beneficiosa, simbiótica y bien equilibrada, a una disbiosis, la cual se refleja por la interrupción en el equilibrio local o la composición de la microbiota, asociado con inflamación y enfermedad.[2] [9]
Hasta la fecha, la información sobre el papel de las bacterias en el semen es controversial, pero es interesante observar que muchas bacterias presentes en el semen están estrechamente relacionadas con las que se encuentran en la vagina, además que durante las relaciones sexuales suceden cambios significativos en la microbiota genital.[11] Por lo tanto, el objetivo del presente artículo de reflexión, es indagar en las publicaciones sobre la microbiota seminal y vaginal donde se mencione las relaciones sexuales como factor alterante, determinando así las especies bacterianas comúnmente encontradas, el papel de las relaciones sexuales en la modificación de la microbiota y donde ella a su vez, tenga posibles implicaciones en la calidad seminal.
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Métodos
Con el propósito de determinar la relación entre las bacterias y las relaciones sexuales, se buscó información publicada sobre los temas relacionados con microbiota vaginal, microbiota seminal y las relaciones sexuales asociada al cambio de microbiota, mediante la búsqueda de material bibliográfico a través de PubMed y ScienceDirect (junio 3 de 2020) sin límite de tiempo, empleando los términos “microbiota vaginal, microbiota seminal, sexual intercourse and semen, sexual intercourse and microbiota, seminal quality and sexual intercourse” obteniendo un total de 6,509 artículos en ambas bases de datos. Se preseleccionaron artículos originales, revisiones del tema, investigaciones experimentales y capítulos de libros, reduciendo el número de artículos a 115 que cumplieron con los criterios de inclusión. Por último se indagó cuál de esa bibliografía aportaba al objetivo de la presente revisión narrativa para finalmente seleccionar un total de 32 artículos que presentaban la información más relevante según el criterio de los autores, y de forma adicional se revisó la bibliografía reportada en cada artículo con el propósito de ampliar los resultados.
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La microbiota vaginal
La microbiota cumple un papel fundamental en el mantenimiento de la salud humana y se ubica en diferentes sitios corporales colonizándolos y adaptándose para sobrevivir, incluso en el tracto genital se encuentran especies bacterianas implicadas en la salud sexual y el éxito reproductivo.[1] [2] [3] [4] [5] [6] [7] Específicamente, en el tracto reproductivo femenino (vagina, vulva y el cuello uterino), hay una colonización por microorganismos y se ha observado que la microbiota vaginal está compuesta por una comunidad moderadamente diversa.[6] [9] [12]
La evidencia muestra que las mujeres en edad fértil poseen una microbiota vaginal donde predominan una o dos especies de Lactobacillus (L. crispatus, L. jensenii, L. gasseri y L. Iners), que protegen el ecosistema vaginal mediante la producción de moléculas con efecto antimicrobiano directo como el ácido láctico y el peróxido de hidrógeno, además de preservar el pH ácido del microambiente vaginal,[13] [14] [15] [16] son metabolitos con efecto antiviral directo que no solo modulan la respuesta inmune frente a los patógenos sino también mantienen la calidad de vida de las mujeres.[17] [18] [19] [20] [21] [22]
Los cambios en esa microbiota genital están influenciados por procesos fisiológicos como la edad, la concentración hormonal y el embarazo.[23] [24] [25] Además, varias publicaciones postulan que las relaciones sexuales son también un factor crucial en la modificación de la microbiota genital demostrando que al evaluar la microbiota seminal de hombres que sostenían relaciones sexuales con su pareja, se identificaron bacterias compartidas con la microbiota vaginal después del coito, incluso esos individuos tuvieron una microbiota más diversa.[6] [16] [17] [18] [19] [20]
La microbiota vaginal es un ecosistema abierto que puede verse significativamente afectado tanto por factores patológicos como fisiológicos, y dentro de esos últimos, se encuentran la variación en las concentraciones hormonales, las etapas de vida de la mujer, el ciclo reproductivo y el embarazo.[1] [23] [24] Igualmente, la ingesta de antibióticos, uso de duchas vaginales, tampones, alimentación, el tabaco y las relaciones sexuales estarán implicadas en los cambios de la microbiota.[8] [25] [26] [27] [28]
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Microbiota seminal
De otro lado, la caracterización de la microbiota del tracto genital masculino siempre ha sido rezagada con respecto a las investigaciones en otros sitios del cuerpo,[29] poco o nada se conoce en ese campo, y aún está por definir cómo cambia ese ambiente a lo largo de la vida y que hitos son importantes generadores de alteraciones. En comparación con la microbiota vaginal, el semen posee al parecer una microbiota más, se reporta presencia de especies de Lactobacillus spp., Staphylococcus, Streptococos, bacterias corineformes y varios anaerobios.[4] [15] [30] [31]
La microbiota del tracto genital masculino es principalmente aquella que se encuentra en la uretra y en el surco coronal,[32] [33] sin embargo, cada glándula y porción anatómica del tracto genitourinario puede contribuir con la presencia de microorganismos. Se ha reportado la presencia de cocos gran positivos, corniformes y algunos anaerobios.[30]
El semen posee una mayor diversidad de bacterias en comparación con la microbiota vaginal y se ha evidenciado que provoca una respuesta inmune adaptativa en los tejidos cervicales,[9] [23] que induce un cambio significativo en la microbiota vaginal después del coito sin protección y que es un medio para la transmisión de microorganismos, contribuyendo al desarrollo de infecciones de transmisión sexual (ITS),[8] e incluso posibles cambios en la microbiota, sin embargo existe poca información sobre la transmisión de especies bacterianas e interacciones beneficiosas entre la microbiota de parejas ([Fig. 1]).
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Microbiota y las relaciones sexuales
Compartir la microbiota durante las relaciones sexuales podría posibilitar los procesos infecciosos e inflamatorios los cuales comprometerían la calidad y concentración de espermatozoides, parámetros que podrían estar asociados con efectos negativos de la fertilidad.[1] [22] [29] [30] [32] [33] Sin embargo, la información además de ser poca es controversial, pues otros estudios mencionan el papel necesario de las bacterias en el semen, particularmente es el caso de Lactobacillus spp. que mantienen la calidad seminal, contrarrestan la influencia negativa de otros patógenos y podrían ser factor protector para el desarrollo de otras alteraciones genitourinarias,[4] [17] [34] [35] hallazgos que se ajustan a la hipótesis de que la disbacteriosis en el tracto genital masculino podría estar relacionado con la prostatitis crónica.[36]
En el presente artículo de reflexión se encontraron publicaciones que establecen el papel cooperativo de la microbiota en el mantenimiento de la salud humana.[3] [4] [5] [6] [7] [8] [9] [10] En la vagina, predominan las especies de Lactobacillus spp., mientras que el semen posee una mayor diversidad bacteriana y alberga perfiles únicos de microbiota que parecen conservarse en las poblaciones humanas.[6] [12] [13] [14] [15] [16] [17] [18] [19] [20] [21] [22] [29] [30] [32] [33] [37] [38]
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Factores asociados al cambio de la microbiota
Al igual que la edad, los cambios hormonales, la alimentación, el embarazo y el tabaco,[1] [23] [24] [25] las relaciones sexuales están implicadas en la modificación de la microbiota genital, en hombres sin experiencia sexual la concentración bacteriana total es más baja y poseen una diversidad bacteriana menor respecto a los hombres sexualmente experimentados.[30] Se han identificado varios taxones bacterianos en el semen que se asocian con las comunidades vaginales,[39] lo que sugiere que las parejas sexualmente activas pueden compartir especies bacterianas como los Lactobacillus spp.[8] [40] Además, la composición de la microbiota genital es similar entre compañeros sexuales, con mayor diversidad y riqueza de microorganismos que las personas no convivientes.[28]
Aunque algunos mecanismos no están claramente dilucidados o incluso pueden ser divergentes entre los diferentes estudios, un evento probable durante ese intercambio de microbiota, es que la relación microorganismo–humano puede tornarse de mutualista a parasitaria, llevando consigo procesos infecciosos e inflamatorios los cuales están relacionados con la infertilidad.[41]
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Microbiota y fertilidad
La infertilidad es una condición cada vez más común,[42] la bacteriospermia y el reclutamiento de leucocitos seminales, el deterioro de la espermatogénesis, la función de los espermatozoides y la obstrucción del tracto genital, pueden afectar la calidad de los espermatozoides y por ende la fertilidad masculina.[43] [44] La presencia bacteriana en el semen reduce la concentración y la viabilidad de los espermatozoides,[45] es asi como la E. coli uropatógena aislada del semen induce la activación de leucocitos polimorfonucleares con la liberación de citocinas y especies reactivas de oxígeno, siendo, ese último, dañino por inducir la peroxidación lipídica y la capacitación temprana de espermatozoides,[46] así como la movilidad, la apoptosis, la necrosis e incluso el índice de fertilidad.[47] Sin embargo, la mayoría de los datos sobre las interacciones entre los espermatozoides y las bacterias se derivan de estudios in vitro, en condiciones que pueden no imitar con precisión las condiciones in vivo.[10] [35]
Aunque siempre se asoció la bacteriospermia negativamente con la fertilidad y la calidad seminal, algunos estudios recientes indican no ser perjudicial, al contrario, parece ser necesaria para el buen funcionamiento de los espermatozoides,[24] es así como la presencia de Lactobacillus como grupo predominante en el semen de individuos con parámetros seminales normales podrían no solo ser un probiótico potencial para el mantenimiento de la calidad del semen, sino que también podría ser útil para contrarrestar la influencia negativa de bacterias del género Prevotella spp. y Pseudomonas spp.[5]
En conclusión, como se observa a lo largo de esta revisión, las relaciones sexuales modifican la microbiota genital mediante un proceso que se considera dinámico, el cual inicia una vez ingresa el semen en el tracto genital femenino, e incluso, los espermatozoides servirían como el vehículo para algunas especies bacterianas, además, durante la relación sexual, el hombre tomará parte de la microbiota de la cavidad vaginal de la pareja. Basados en eso, cuando las parejas tienen relaciones sexuales sin protección, la microbiota se modifica y por ende comienzan a compartir especies bacterianas.
Por lo tanto, cada día es más importante la microbiota de las relaciones sexuales, que aparece como resultado del intercambio entre la microbiota vaginal y seminal de las parejas tras el coito y que estará involucrada en el éxito reproductivo, ([Fig. 1]) donde especies bacterianas presentes en el flujo vaginal favorecerán a los espermatozoides e incluso contrarrestarán efectos negativos de otras especies bacterianas presentes dúrate el coito. Finalmente, se requieren más investigaciones al respecto para establecer con claridad cuál es el papel de esas especies y cómo podrían afectar negativamente, o quizás positivamente, los parámetros seminales, pues la información disponible hasta la fecha es controversial.
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Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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Referencias
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Address for correspondence
Publication History
Received: 22 July 2020
Accepted: 15 September 2020
Article published online:
04 February 2021
© 2021. Sociedad Colombiana de Urología. This is an open access article published by Thieme under the terms of the Creative Commons Attribution-NonDerivative-NonCommercial License, permitting copying and reproduction so long as the original work is given appropriate credit. Contents may not be used for commecial purposes, or adapted, remixed, transformed or built upon. (https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/)
Thieme Revinter Publicações Ltda.
Rua do Matoso 170, Rio de Janeiro, RJ, CEP 20270-135, Brazil
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